Nueva Zelanda destaca por sus enormes parques nacionales, la enérgica cultura maorí y las múltiples opciones de surf y esquí aguardan en este país que puede ser apacible o lleno de acción.
En Nueva Zelanda hay cerca de 4,8 millones de neozelandeses, repartidos en 268 021 km2; un país como la mitad de España, pero con una población 10 veces menor. Encontramos bosques, montañas, lagos, playas y fiordos espectaculares, que han convertido a Nueva Zelanda en uno de los destinos más codiciados para hacer senderismo. Se puede emprender alguna de las nueve grandes rutas –como el Heaphy Track y el Milford Track– o simplemente recorrer parajes salvajes de ensueño.
El turista que visita Nueva Zelanda no sufrirá los retrasos habituales de otros lugares: los autobuses y trenes son puntuales; las carreteras están en buen estado; los rateros, estafadores y las chinches en los albergues son poco frecuentes; y es poco probable que la comida siente mal (los lavabos públicos suelen estar limpios y provistos de papel). No hay serpientes; solo hay una araña venenosa, la rara katipo, muy difícil de ver. Es un lugar ideal para relajarse y disfrutar.
¿Se necesita visado para viajar a Nueva Zelanda?
Si, se pueden solicitar a través de las misiones diplomáticas neozelandesas en el extranjero, agencias de viajes o Immigration New Zealand (09-914 4100, 0508 558 855; www.immigration.govt.nz), que cuenta con más de 25 oficinas en el extranjero.
Programas de trabajo vacacional
Los viajeros que cumplan los requisitos y solo estén interesados en un trabajo temporal para costearse el viaje pueden participar en uno de los programas de trabajo vacacional de Nueva Zelanda (WHS). En estos programas los ciudadanos de entre 18 y 30 años (a veces 35) de 44 países pueden solicitar un visado. Para muchas nacionalidades el visado es válido 12 meses. Solo se otorga a personas que realmente buscan un trabajo vacacional, no trabajo permanente, por lo que no se puede trabajar en un mismo puesto más de tres meses.
Los candidatos deben solicitar un visado WHS desde su propio país. Los solicitantes deben tener un billete de salida del país, pasaporte válido hasta al menos tres meses después de dejar Nueva Zelanda y, como mínimo, 350 NZ$ por cada mes de estancia. La tarifa de la solicitud es de 165 NZ$ y no se devuelve en caso de ser denegada.
Las normas varían según el país, por lo que habrá que consultar los detalles de los acuerdos respectivos con Nueva Zelanda en www.immigration.govt.nz.
Visado de trabajo
Excepto para los ciudadanos australianos o los residentes permanentes, que pueden conseguir trabajo sin un visado o permiso, es ilegal que los extranjeros trabajen en Nueva Zelanda con un visado de visitante. Si se viaja al país en busca de empleo, o con una oferta en firme, habrá que solicitar un visado de trabajo, que podrá tener una validez de hasta tres años. Una vez en el país, se podrá solicitar un permiso de trabajo, aunque su validez tendrá carácter retroactivo (a partir de la fecha de llegada). Dichos visados pueden superar los 190 NZ$, según dónde y cómo se tramiten (en papel o en línea) y el tipo de solicitud
Visado de turismo
Los 58 países que tienen acuerdos de exención de visado con Nueva Zelanda no necesitan visado para estancias de hasta tres meses (prorrogable a un máx. de seis meses en un período de 12 meses), siempre y cuando tengan un billete de salida y suficientes fondos para pagar su estancia. Algunos países pertenecientes a este grupo son Andorra, Argentina, Brasil, Chile, EE UU, España, México y Uruguay.
Los de otras nacionalidades han de tramitar un visado antes de entrar al país. Los visados de turista permiten estancias de hasta nueve meses en un período de hasta 18 meses y cuestan de 170 a 220 NZ$, según el país donde se solicite.
El visado puede prorrogarse hasta 12 meses, pero si se concede esta extensión habrá que salir del país antes de que expire el visado y esperar otros 12 meses para poder regresar. Las solicitudes se evalúan de forma individual; quizá haya que aportar pruebas de ingresos solventes para la estancia (1000 NZ$/mes) y un billete de vuelta que corrobore la intención de marcharse. Las extensiones se pueden tramitar en cualquier oficina de Immigration New Zealand; ver la web (www.immigration.govt.nz) para conocer las ubicaciones.
Se aconseja consultar la información actualizada sobre documentación y visado para Nueva Zelanda en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación del Gobierno de España.
Importante
Es muy importante que antes y durante el viaje recomendamos que cualquier información relacionada con seguridad, salud, trámites administrativos como la expedición de visados, etc. sea verificada con el Ministerio de Asuntos Exteriores del país del viajero.
Lugares imprescindibles que visitar en Nueva Zelanda.
Wellington durante los meses más cálidos es maravilloso y está repleto de increíbles eventos y festivales, cerveza artesanal para saciar la sed, delicioso kai y días inolvidables en la playa. Es una de las capitales más pequeñas del mundo, también es famosa por su panorama artístico y musical, alimentado con un café excelente, numerosos bares de cerveza artesanal y más cafés y restaurantes per cápita que Nueva York. Provocadora y sociable, colorida y a menudo vestida de negro, adora lo inesperado y poco convencional. El tiempo muy cambiante solo añade emoción a la experiencia… aunque causa estragos a esos modernos cortes de pelo.
El parque nacional Tongariro rodea los volcanes Tongariro, Ngauruhoe y Ruapehu, y alberga algunos de los paisajes más impresionantes de Nueva Zelanda. Tongariro se convirtió en el primer parque nacional de Nueva Zelanda en 1887. Poco más de cien años más tarde, al parque le fue otorgado el estatus doble de patrimonio mundial de la UNESCO tanto por su importancia cultural para el pueblo maorí, como por sus excepcionales características naturales.
Ubicado en el centro de la Isla Norte, constituye un paisaje asombroso de desierto alpino con tres volcanes humeantes. A menudo calificado como una de las mejores caminatas por la naturaleza de un día del mundo, el exigente Tongariro Alpine Crossing bordea la base de dos montes y regala vistas de cráteres, lagos de vivos colores y la vasta meseta central. La popularidad de la travesía se ha disparado y el DOC ha tenido que limitar el número de visitantes. Afortunadamente, existen muchas otras maneras de explorar este paisaje extraterrenal.
Tres volcanes (Ruapehu, Ngauruhoe y Tongariro) marcan los límites meridionales de la zona volcánica de Taupo, una serie de fenómenos volcánicos con forma de herradura que conforman el ‘cinturón de fuego’ del océano Pacífico.
La isla Waiheke es una de las joyas del golfo de Hauraki. Está a solo 40 minutos en ferry de la vorágine del centro de Auckland.
El golfo de Hauraki, moteado de islas, protege el puerto de Auckland y las bahías de la costa oriental, y supone la excusa perfecta para que los barcos de recreo entren y salgan a su antojo. Pese al tráfico marítimo, no faltan delfines ni ballenas. La isla de Rangitoto es un símbolo de la ciudad y su cono volcánico, casi perfecto, facilita un fotogénico telón de fondo. Aun así, es Waiheke, con sus preciosas playas, bodegas célebres y grandes restaurantes, la isla más popular para escapar de Auckland.
En cuanto a paisajes, estilo de vida y experiencias, Waiheke es un mundo totalmente único.
Auckland es la ciudad más poblada de Nueva Zelanda y es un centro multicultural de gastronomía, música, arte y cultura. Los diversos paisajes de Auckland ofrecen incontables oportunidades para meterte de lleno en la naturaleza.
Auckland no es una metrópoli al uso, ubicada al resguardo de dos puertos y levantada sobre volcanes extintos, se la considera una de las ciudades más habitables del mundo y, aunque carezca de las emociones de ciudades como Nueva York o Londres, está engalanada con bonitas playas, viñedos y una dinámica oferta gastronómica, musical y de ocio. Los festivales culturales se celebran a lo grande en esta urbe multicultural, con la mayor población polinesia del mundo.
En el oeste, el bosque pluvial autóctono desciende por las colinas para encontrase con el mar en espectaculares playas de arena negra, mientras que las protegidas playas de arena dorada del este están bordeadas con árboles pohutukawa que dan flores rojas. Al norte, las onduladas colinas de las tierras vitivinícolas se encuentran con deslumbrantes costas. En el sur encontrarás pintorescos jardines de campo, bosques vírgenes y bahías tranquilas para explorar.
El pintoresco pueblo costero de Kaikoura es el lugar perfecto para encontrarte con la vida marina, caminar por la costa e hincarle el diente a un plato de cangrejo de río.
Los maoríes, con su gusto por el marisco, fueron los primeros en establecerse en Kaikoura (que significa “comer cangrejoˮ), el mejor lugar del país para consumir y convivir con criaturas marinas. Uno puede atiborrarse de cangrejo, ir de excursión de pesca o realizar un circuito en barco o avioneta para ver ballenas, delfines, focas y aves marinas. Tras un grave terremoto acaecido en noviembre del 2016, Kaikoura se convirtió también en un destino fascinante para observar el impacto de la actividad sísmica.
El paisaje de Kaikoura es realmente espectacular: el pueblo está en medio de las agrestes montañas Seaward Kaikoura y el océano Pacífico. En invierno, las montañas se cubren de nieve, lo que agrega misticismo al paisaje.
Bahía de las Islas, en Nueva Zelanda, es uno de los mejores parques marítimos y el lugar de nacimiento de la nación. Con 144 islas y bahías escondidas, es el mejor parque marítimo del país, con una abundancia de vida marina que incluye ballenas, pingüinos, delfines y muchas otras especies. Aguas de color turquesa que lamen bonitas bahías, delfines que juguetean en la proa de las embarcaciones, grupos de orcas que se acercan grácilmente: estas son las imágenes que el viajero tenía en la cabeza antes de llegar a Nueva Zelanda y son precisamente el tipo de experiencias que brinda la preciosa bahía de las Islas. Se sea lobo de mar o marinero de agua dulce, las opciones para explorar sus más de 150 islas son infinitas.
El territorio debe su atractiva existencia a una gran masa de agua fundida en la última Edad de Hielo. El aumento del nivel del mar sumergió muchos valles, dejando expuestas 144 cimas, que hoy son islas sobre un puerto de gran belleza.
Ubicado en la costa oeste de la Isla Sur, el estrecho Milford Sound es una fusión de características naturales espectaculares y detalles visuales sorprendentes en cada rincón. Independientemente del tiempo, el Milford Sound encandila al viajero con sus cascadas, acantilados y aguas de color cobalto y la icónica silueta del Mitre Peak. Las cascadas de Fiordland resultan aún más espectaculares alimentadas por la lluvia, pero los días de cielo azul se ven arcoíris surgiendo de su bruma. Hay que estar atentos a ver focas, delfines y el evasivo pingüino de Fiordland, sobre todo si se explora el fiordo más famoso del país en kayak.
Los paseos en barco, durante el día o la noche, son una excelente manera de vivir el lugar. A las personas más aventureras también podría gustarles salir en kayak, bucear o realizar vuelos panorámicos. Para aprender más sobre la vida marina local, visitá el observatorio submarino de Harrison Cove y maravillate con el coral negro, estrellas de mar de 11 patas y delicadas anémonas.
Queenstown es uno de los destinos más emocionantes de Nueva Zelanda. Rodeada de imponentes montañas y ubicada a orillas de un lago, Queenstown es un centro de aventura, repleta de adrenalina y con un omnipresente sentido de la diversión. Puede que Queenstown sea la cuna del puenting, pero hay otras muchas propuestas de aventura. Las montañas Remarkables proporcionan un dentado telón de fondo azul a los días de esquí, senderismo o ciclismo de montaña seguidos de una cena en un restaurante cosmopolita o de la diversión en alguno de los mejores bares del país. El día siguiente siguen las descargas de adrenalina con una sesión de ala delta, kayak o rafting, o se elige una opción más tranquila visitando Glenorchy o la histórica Arrowtown.
En idioma maorí significa ‘El segundo gran lago de Kahumatamomoe, o simplemente Rotorua, con sus parques geotermales es uno de los mayores atractivos de Nueva Zelanda. Nos invita a conocer lo más auténtico de la cultura maorí en una región con una gran actividad geotérmica. El cálido enclave geotermal de Rotorua huele a azufre por culpa de los productos volcánicos que todo el mundo quiere ver: géiseres, barro burbujeante, grietas humeantes e hirvientes pozas de aguas ricas en minerales. Rotorua es única, una realidad de la que se aprovechan algunos negocios, aunque los volcanes pueden contemplarse por muy poco (o gratis) en los parques, las aldeas maoríes o desde la propia carretera.La región de Rotorua, ocupa gran parte de la isla norte de Nueva Zelanda, siendo una de las más representativas por su actividad volcánica y por ser centro de la cultura maorí. Las principales atracciones son la visita al Parque Geológico de Wai-O-Tapu (Thermal Wonderland), al Parque geotermal Hell’s Gate y, por último, la visita a Te Puia, donde se encuentra el geiser Pohutu.
La cultura maorí es una parte esencial de la vida en Nueva Zelanda, y su influencia se ve en todos los aspectos, desde la cocina y costumbres hasta el idioma. La cultura indígena maorí es tan atractiva como accesible: participar en una haka (danza de guerra), atracarse con un tradicional hangi (banquete maorí cocinado en el suelo), tallarse un colgante de hueso o pounamu (jade), aprender algunas palabras maoríes o asistir a un genuino espectáculo con canciones, danza, leyendas y artesanía. Los museos rebosan de artefactos maoríes y objetos históricos, aunque esta cultura sigue muy viva.
Los maoríes son los tangata whenua, el pueblo indígena de Aotearoa Nueva Zelanda. Llegaron aquí hace más de 1000 años desde Hawaiki, su mítica tierra natal polinesia. Hoy en día, uno de cada siete neozelandeses se identifica como maorí. Su historia, idioma y tradiciones son fundamentales para la identidad de Nueva Zelanda.
Más de 400 kilómetros de hermosos paisajes costeros. Una carretera que discurre en su mayor parte pegada al mar y, aunque ya solo por el paisaje merece la pena hacer este recorrido, además encontrarás muchos puntos interesantes a lo largo de la west road. Una atmósfera remota impregna la costa oeste. La carretera SH6 va desde el aislado paraíso natural de Haast al puesto de avanzada para el excursionismo que es Karamea, con varios puntos de interés en medio: los imprescindibles glaciares Franz Josef y Fox, las galerías de jade de Hokitika y maravillas geológicas como las Pancake Rocks. Existen innumerables desvíos a senderos para practicar ciclismo de montaña y excursionismo y la naturaleza primigenia queda a un corto trayecto a pie (o en helicóptero, lancha…).
Adorada por los senderistas neozelandeses (y por los ciclistas de montaña en invierno) esta ruta se completa en 4-6 días y es una joya del Kahurangi National Park, la fabulosa extensión natural que se expande por la esquina noroeste de la Isla Sur. Este sendero maorí antiguo cruza colinas de pastizales y bosques exuberantes, a través de palmeras nikau para llegar al mar rugiente de la costa oeste. Entre sus maravillas destacan las místicas colinas Gouland Downs y la surrealista costa de palmeras nikau; y para una toma de contacto de lo más relajada, se recomienda visitar los pueblos de cada extremo de la ruta: bahía Golden y Karamea.
El parque contiene el mayor sistema de cuevas de Nueva Zelanda y en él se descubrió el fósil más antiguo (540 millones de años).
Una oportunidad para equilibrar placer y virtud sería emprender en bicicleta el agradable Otago Central Rail Trail, que atraviesa algunos de los parajes más bellos del país y las históricas calles de antiguas localidades mineras. Por el camino, se puede probar la fruta que hacen famosa la región y tomar una cerveza en alguno de los pubs tradicionales. También se puede disfrutar de una cata en una de las regiones vinícolas más aclamadas del país.
En Nueva Zelanda el rugby es más que solo un juego, constituye la columna vertebral deportiva de la nación. Con equipos de aficionados y de súper estrellas internacionales, los neozelandeses son fanáticos apasionados del rugby.
Es el deporte y la obsesión nacional. Si se dispone de tiempo, hay que asistir a un partido para ver a la venerada selección neozelandesa (y actual campeona del mundo); los All Blacks se consideran unos verdaderos dioses. O, al menos, visitar el New Zealand Rugby Museum, en Palmerston North, contemplar a los chiquillos jugar un sábado por la mañana, o unirse a los gritos de los parroquianos en algún pub de pueblo mientras los gigantes se enfrentan en la pantalla.
El parque nacional Abel Tasman es un paraíso costero de fácil acceso. Podés elegir explorar el parque desde la tierra, en el agua o en el aire, con una abundancia de operadores turísticos que ofrecen cruceros, servicios de taxi acuático, viajes en kayak, helicóptero y catamaranes. Naturaleza seductora a base de verdes montes ribeteados de calas de arena dorada que se tienden hacia cálidos bajíos bañados por un mar de aguas cristalinas, el Abel Tasman National Park es un paraíso donde siempre se queda bien en la foto, ya sea de excursionismo, en kayak, nadando o tomando el sol. Al final se planta la tienda junto a las orillas cerúleas.
Aunque el verano es una época muy popular para visitar, la gente del lugar cree que las temporadas intermedias son en realidad las mejores para explorar el parque, ya que las mañanas frías, aguas calmas y playas tranquilas te permiten disfrutar verdaderamente de la paz y la serenidad.
La imprescindible Waitomo es un asombroso complejo de cuevas, cañones y ríos subterráneos que perforan las paredes calizas del norte del King Country. Se encuentran bajo las verdes colinas de Waitomo, yace un laberinto de cuevas, simas y ríos subterráneos. El nombre de la zona proviene de las palabras maoríes «wai» (agua) y «tomo» (hoyo). Las cuevas se originaron por la presión que ejercieron las corrientes subterráneas sobre la piedra caliza blanda durante miles de años.
El rafting en la oscuridad es un gran reclamo, además de las grutas de luciérnagas, el rápel subterráneo y la cantidad de estalagmitas y estalactitas. En la superficie, Waitomo cuenta con un elegante restaurante, una cervecería artesanal, un pub y muy buenas opciones de alojamiento. Pero… ¡la fiesta está abajo!
En Nueva Zelanda hay montañas inmensas, con niveles óptimos de nieve en invierno (jun-oct). Casi todas las pistas famosas están en la Isla Sur, p. ej., en la moderna Queenstown y en la hippy Wanaka, con los emblemáticas Coronet Peak, montañas Remarkables y Treble Cone muy cerca. Además, existen parques de nieve orientados al snowboard y al esquí de fondo. Respecto a la Isla Norte, el monte Ruapehu permite descender un volcán con esquíes.
La península de Banks es un sitio muy visitado por los habitantes de Christchurch, sobre todo en escapadas de fin de semana, ya que se encuentra a tan solo un par de horas de esta ciudad. Impregnada de una atmósfera afrancesada, Akaroa abraza uno de los puertos más hermosos de la península de Banks. Estas aguas transparentes, perfectas para el kayak y la navegación, están habitadas por el delfín más raro del mundo. En la península, Summit Rd serpentea por el borde de un antiguo volcán y otras sinuosas carreteras secundarias descienden hasta bahías y calas escondidas. Se pueden pasar días descubriendo jardines caprichosos, kayak de mar y colonias de pingüinos de aletas blancas.
El viaje en tren TranzAlpine está considerado uno de los viajes más asombrosos y espectaculares del mundo en tren. Atraviesa Nueva Zelanda desde el océano Pacífico hasta el mar de Tasmania en menos de 5 h y por los mejores paisajes. Tras las llanuras de Canterbury, un desfile de túneles y viaductos conducen por los Alpes Neozelandeses hasta el paso de Arthur, donde el túnel Otira penetra en la sólida roca que vertebra el país. Después todo es bajada hasta Greymouth, punto de partida a innumerables aventuras.
La península de Otago es un paseo panorámico espectacular. Desde Vauxhall podés seguir la ruta costera pasando por asentamientos pequeños y playas hasta Taiaroa Head, donde hay una colonia de albatros. Otras atracciones cercanas a Taiaroa Head son los lobos marinos de la playa Pilots y los leones marinos de la playa Te Rauone. Además de un telón de fondo de vistas litorales, la península de Otago ofrece algunas de las mejores opciones del país para observar fauna. Los pequeños pingüinos enternecen con sus paseos nocturnos por la playa, acompañados de sus mucho más raros parientes de ojos amarillos, los hoihos. Focas y leones marinos holgazanean en las rocas mientras que los albatros de la única colonia del mundo en tierra firme vuelan en lo alto y descienden en picado.
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